El botón
Ha llegado el cambio. Se ha ido Zapatero y tenemos a Rajoy. Y suena mejor Rajoy en su versión actual de hidalgo presidente, digno y veraz, responsable y decidido, humilde y educado; mucho mejor que hundido en la ramplonería y las cortas miras del opositor que busca minar la credibilidad de su oponente. El presidente Rajoy ha dado la impresión que en este papel de estadista se encuentra más a gusto, que es más auténticamente él mismo. Por el bien de todos hay que desear que así sea, porque hora es de un poco de grandeza desde todos los ámbitos. Todo por la táctica y poco por la ética, ha sido pauta de conducta política, y eso ahora es contraproducente, incluso justamente para ganarse tácticamente a la opinión pública. Esperemos que no sólo el partido en el poder, tal como apunta el discurso del nuevo presidente, sino la oposición lo vean así.
Hora sería pues de que se declare una epidemia general de generosidad, de aceptar el sacrificio de parte de lo propio en lo posible, pero no es fácil. De momento toda petición, o imposición, de recortes, en todos los ámbitos, toda expresión del ajuste tiene la contestación de “a mi no”, “lo mío es necesario, lo del otro superfluo”. Es natural, desde luego y nadie estamos libres de esa actitud: “es hora de que nos sacrifiquemos todos vosotros”, es la canción que mejor solemos y sabemos entonar. Nadie queremos apretar el botón.
¿De qué botón habla éste ahora?, se preguntarán con motivo. Es algo que me viene a la cabeza, una vieja historia, pláticas y reflexiones de otro tiempo: En Papá Goriot de Balzac en una conversación entre Rastignac y Vautrin discuten si, siendo posible obtener una fortuna inmensa mediante la muerte de un mandarín en China con sólo hacer un gesto, lo harían o no. La meditación se aplicaba a pensar que si sólo con el gesto de apretar un botón se estableciera de inmediato un nivel de igualdad entre los seres humanos que erradicara definitivamente la pobreza, se apretaría o no. ¿Cuántos de nosotros lo haríamos? ¿Cuántos dudaríamos? ¿Cuántos nos negaríamos?
Significaría, por supuesto, un reparto, Habría que imaginar para nosotros mismos, para nuestros hijos, para todo nuestro entorno un género de vida diferente en el que poseeríamos menos cosas que en el presente. Y todo dependería de la decisión personal completamente anónima de apretar o no un botón.
Imaginemos pues que estamos solos delante del botón, nadie sabrá nada y la crisis terminará, los ajustes quedarán realizados, el crecimiento podrá continuar si Vd. o yo apretamos el botón. Lo único, eso sí, lo que antes decíamos: eso significaría un cambio en nuestra propia y concreta existencia, un retroceso sensible en nuestro bienestar económico particular.
Seguramente se nos aparecerían miles de excusas repletas de aparente sensatez: Así la economía no puede funcionar, enseguida vendrá otra crisis y mi sacrificio no habrá servido de nada… Que lo hagan los ricos… Yo no he sido, que lo hagan los culpables… Sería algo artificial… No debemos trastornar el "orden natural"…
La crisis nos ha mostrado un camino previo equivocado en el que la economía nos ha engañado, prometiendo felicidad por una riqueza a la que, sin esfuerzo, teníamos derecho. Por supuesto que cuánto mayor responsabilidad política y económica y mayor poder e influencia se hayan tenido y se tengan, mayor es la culpabilidad, pero un punto del pecado de dejar que el materialismo sea determinante en nuestras vidas tenemos todos y no sería malo verlo.
Es hora de apretar el botón y resulta que sorprendentemente, si todos individualmente y en secreto fuésemos capaces de apretarlo, las repercusiones negativas serían mucho menores que las temidas, y el tiempo de crisis restante duraría lo que cuesta apretar un botón.
Se nos pide a los ciudadanos, que hagamos la travesía del desierto,se nos raciona el agua,mientras que la clase política mantiene sus abrevaderos llenos.
ResponderEliminarNo Javier,no todos hemos sido responsables del desastre económico. Ni en la época de bonanza ecónomica España ha llegado a los niveles medios de cobertura social de nuestros vecinos,y por tanto la clase trabajadora a la que esta jubilada del textil pertenece no entiende que se le pidan más sacrificios sin tan siquiera la posibilidad de que nuestros hijos puedan disfrutar mañana de un bienestar ganado y bienganado por generaciones enteras anteriores.
Vamos a ver, en la comunidad Aragonesa somos 1.300 000 habitantes ,para administrarnos tenemos;
GOBIERNO CENTRAL
GOBIERNO ARAGONES
DIPUTACIONES
AYUNTAMIENTOS
MANCOMUNIDADES
Y COMARCAS
Estas últimas con un presidente que por 20 horas de trabajo al mes gana más de 3000 euros
No hay dinero par pagar a unos bomberos ,.Pero para gastarse en una cena de Navidad 4500 euros sí
Si a este despilfarro le añadimos que las instituciones del las diferentes administraciones se han convertido en territorio cacique para agradecerse unos a otros los servicios prestados y colocar a sus parientes y amigotes ,Dudo mucho que sino se ataja esta sangria ,hagamos los sacrificios que hagamos los ciudadanos no saldremos a delante.
Y yo no veo por ningún lado el proposito dxe enmienda de nuestras SEÑORIAS.
Un saludo
4500 euros sí
Pues sí, algo hay de eso, esperemos que no todo. Pero, desde luego, una reforma primordial tan en primera fila como cualquiera, pero aún más dificil que cualquiera, es la reorganización del estado de las autonomías y todas las administraciones públicas que han ido proliferando. Es también un gasto suntuario, y además contraproducente en tantas ocasiones. Pero también para eso es necesario estar dispuesto a que pueda afectarse lo propio, porque todo cambio trae consigo algo negativo particularmente para algunos a la busca de un resultado positivo para todos. Elegir y acertar en el acierto, maximizar lo positivo y paliar lo negativo es en lo que consiste, o debiera consistir, la economía y la política.
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